martes, 1 de junio de 2010

Y ventilar.

Hace unas semanas pasé por delante de un puesto de cacahuetes, y me llamaba la atención. Me quería recordar a algo o a alguien, a alguna situación ya vivida pero, no era capaz de recordarlo. El caso es que me quedé unos minutos parada en la esquina, mirando el puestecillo, oliendo el caramelo de los cacahuetes para ver si consegui recordar. Pero no.

Y de repenté, sin venir a cuento de nada, tal como vi el carrito en la esquina, viniste tú a mi cabeza. Te vi a ti bromeando sobre él y tu futuro. Sobre si era mejor venderlos pelados o con cáscara, sobre lo muchirrico que te harías..
Te vi a ti, sentí toda la situación como si la estuviera viviendo de nuevo, pero no sentí tu olor. El olor de los cacahuetes me era totalmente familiar pero el tuyo no.

Y me dí cuenta, llevo semanas notándolo: desde que vi el puesto de cacahuetes sabía que esto apestaba...
Apesta a ti.


Ya es hora de abrir las ventanas.

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