lunes, 28 de septiembre de 2009

...Llegará.

Tenía tantas ganas de que llegara, que en cuanto lo vió pasar lo cogió.
Lo cogió: se subió ilusionada pensando en lo que dejaba atrás, lo que acababa de vivir y lo que le esperaba, lo que les esperaba. No llevó maletas, no había sitio para ellas, ni había tenido tiempo para prepararlas, ¿para qué las iba a querer? Ya le tenía a él, tenía lo que había estado negándose durante casi 10 años.
Y ahora... ahora lo tenía ahí, a su lado.

Espera... ¿A su lado?
Miró y No. No estaba ahí, ni en el asiento de atrás, ni delante.. no estaba.
Recorrió el vagón poco a poco, y luego el tren entero acelerando el paso y con cada uno de ellos, la respiración.
No estaba.


Se había subido tan rápido que no se fijó ni en el andén, ni en la dirección... Sus ganas le pudieron, se subió sola y montó castillos en el aire.



El señor Cabeza de Rosa la vió llegar cabreada: se sentía una estúpida, ella nunca había actuado así. Sí vale, era impulsiva, pero no de esa manera. Pero bueno, sabía que no pasa nada, al menos se dió cuenta antes de llegar al destino equivocado y verse sola.

Y ahora Cabeza de Rosa la tiene ahí, sentada en la cama mirando la maleta vacía, pensando si debe ir metiendo algo o bien guardarla en el armario, dónde había estado durante esa media vida.


- No es el momento -le abrió los ojos él-. Pero podría serlo. Te lo dije incluso cuando estaba con ella... El momento llegará.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Casi media vida

El Señor Cabeza de Rosa no se lo podía creer.

Entró a eso de las 8 menos cuarto de la mañana acompañada de un chico, y el chico.. le sonaba. Ella le dejó ahí, se fue a dar una ducha y el Señor Cabeza de Rosa tuvo algo de tiempo para examinarle, mirarle detenidamente y averiguar de quién se trataba. Tenía que ser alguien importante, de eso estaba seguro: nadie entraba en su habitación. Y de repente, ahí estaba ese desconocido, sentado en la cama mirando la pared, temblando casi podría decir. O quizá era a él a quien le temblaban los pétalos y las espinas.
A los 5 minutos regresó ella: 3 minutos bajo el agua fría para quitarse el olor a tabaco, a fiesta y a alcohol. No consiguió sin embargo librarse de los nervios, y volvió a la habitación vestida con unos jeans negros, una camisa de hombre y la inseguridad pegada a la piel.

Estaba ahí, después de casi 10 años estaba ahí, esperándola, en su habitación, en su cama.
Y no se lo creía, esperaba que al volver de la ducha todo hubiese sido fruto del alcohol: heineken, mojito, vodka, ron, mahou negra, tequila... había bebido mucho... Pero no, no fueron delirios: él estaba ahí, permanecía sentado a los pies de su cama. Y no, no fue el alcohol lo que los llevó hasta ese lugar.
Fueron las ganas, los años acumulados, los impulsos frenados, los besos que se debían, las caricias que no se dieron, las palabras que se dijeron, las que callaron...

- Vamos, túmbate.
- Cómo nos pillen me van a matar, no quiero que tu padre saque la porra.
- Por favor, qué tontería! no tiene porra, placa sí, pero porra no. -Le intentó tranquilizar ella mientras el Señor Cabeza de Rosa la veía temblar-.


Y soltaron las ganas, siguieron impulsos, se pagaron los besos y se cobraron las caricias. Se dijeron algunas palabras y otras muchas, como siempre, se callaron.







- Has cambiado.
- ¿En qué?
- No lo sé, pero no eres el mismo. No eres el chico del Camarón.
- Tampoco tú la del Cameron.

Y es cierto, no eran los mismos, y sin embargo allí estaban: cómo siempre, cómo nunca.


Y Cabeza de Rosa lo comprendió: a la mañana siguiente, ninguno de los dos tendría que arrepentirse.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Conversaciones contigo mientras no estabas 1.

¿Sabes? Bromeas para ti.
Eres como el típico poeta que dedica sus versos a la/el amada/o pero que en realidad los escribe para él, solo que... sin lo de típico claro. No, no eres típico.
Creas chistes, estás siempre dándole vueltas a la cabeza buscando bromas o juegos de palabras ingeniosos con la intención de hacer reír a tu alrededor. O eso es lo que quieres que creamos. Pero no, yo sé que no es así. Lo haces para ti. Quieres reír y no sabes cómo; hace tiempo que dejaste de hacerlo y temes olvidarlo. Temes que el recuerdo de tu risa desaparezca como la suya, y te esfuerzas en escucharla al menos en los demás, siempre en caras ajenas, nunca en boca propia.
Vamos, no me pongas esa cara. A mí me parece genial... si no encuentras a nadie que lo consiga, ¿por qué no hacerlo tú mismo? Sí, ya sabes, eso de "si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo". O algo así, nunca he sido buena con los refranes ni los dichos, ni con las palabras a decir verdad, (quizá por eso paso tanto tiempo callada). Pero tú sí, tú juegas con ellas y las usas a tu antojo, aunque.. me parece que no siempre lo consigues. Pero ey, ánimo, por algo se empieza y tú vas por buen camino.

Y otra vez, deja de mirarme así, quitame esa cara. No, no, tranquilo, no eres tan transparente, es solo que...

... es fácil reconocer a los de tu misa calaña.

sábado, 12 de septiembre de 2009

El centro

Pensaba que iba a ser más dificil. Por supuesto, en ningún momento dice que haya sido fácil, pero tampoco le resultó imposible.
Al principio pensó que era algo temporal y se dedicó a recuperar su vida, a ir recogiendo los pedacitos que habían quedado repartidos, y a buscar los que nunca tuvo, a descubrir esos de los que le habían hablado tanto.
Y sí, había muchos pedazos que juntar, pero era dificil encajarlos, la gente habla mucho, pero nadie explicaba nada. Y así pasaron los días, las semanas, el verano, el invierno, año nuevo... Pensó que había conseguido juntar mucho: tenía todo lo que quería, pero no lo que necesitaba, estaba llena de pedazos que no sabía muy bien como ordenar, ya lo sabía Cabeza de Rosa: asimilación, acomodación y Equilibrio.
Pues bien, había asimilado, había acomodado pero... siempre había sido jodidamente desordenada y eso del equilibrio no lo llevaba muy bien.
Decidió volver, descubrió que le faltaban partes y decidió volver: empezó a buscar las piezas que hacían esquina, las que hacían los bordes entre todas las demás, pero todo era un caos... Necesitaba una referencia y quiso volver.

Pero estaba claro: quería creer que estaba volviendo.

...Volvió entonces al chino, volvió al 127, volvió a marcarle, volvió al s60, volvió al cine, volvió a las fajitas...


Y de tanto volver a pasar por los mismos sitios, reconoció sus pasos, pero no reconoció las esquinas ni los bordes que conformaban su vida: reconoció el centro.






- Creo que lo tengo -afirmó una noche temblando-.
- ¿ Y bien? ¿Habéis vuelto? - preguntó el Señor Cabeza de Rosa.
- No. He vuelto.



Y el Señor Cabeza de Rosa, por primera vez en mucho tiempo, se sitió orgulloso de ella: puede que no hubiera hecho las cosas de la mejor manera posible, puede que haya jodido a conciencia, pero hoy sale a comprar ella su disco de Pereza.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Aunque la llamen Puta

Pasaron meses desde esa pregunta, todo un verano con su calor y sin helados.

Ella no estaba segura de querer hacerlo, no estaba segura de querer una respuesta, pero se la devolvió. Y, obviamente, no recibió lo que esperaba, y mira que el Señor Cabeza de Rosa se lo advirtió.
Se lo temía, el Señor Cabeza de Rosa sabía que le tocaría aguantar un par de voces tras la preguntita de las narices, pero.. ¿qué le iba a hacer? Estaba ahí, siempre estaba ahí.

-¿Amantes? ¿¡Amantes?!
- Sí, amantes, eso dice, y tú lo repites. Amantes, amantes, amantes. Y así una y otra vez...
- Pero los amantes se aman!! y follan, los amantes follan!!!
- Bueno, y tú te lo has tirado, no?
- ¡Pero eso no cuenta! Amantes, hay que joderse!! Yo no le amo! ¿Qué se cree este?

Y pasó el verano.
Y estaba segura de que el oso, apoyado, vió pasar a cientos de personas: amigos, hermanos, novios, matrimonios, nueros, yernos, nietos y abuelos, royos, follamigos, exparejas, colegas, compañeros...
Pero no vió Amantes, y el Señor Cabeza de Rosa Seca sabía perfectamente que ella quería dejarse ver, aunque estuviera prohibido, aunque la llamaran PUTA.