miércoles, 9 de septiembre de 2009

Aunque la llamen Puta

Pasaron meses desde esa pregunta, todo un verano con su calor y sin helados.

Ella no estaba segura de querer hacerlo, no estaba segura de querer una respuesta, pero se la devolvió. Y, obviamente, no recibió lo que esperaba, y mira que el Señor Cabeza de Rosa se lo advirtió.
Se lo temía, el Señor Cabeza de Rosa sabía que le tocaría aguantar un par de voces tras la preguntita de las narices, pero.. ¿qué le iba a hacer? Estaba ahí, siempre estaba ahí.

-¿Amantes? ¿¡Amantes?!
- Sí, amantes, eso dice, y tú lo repites. Amantes, amantes, amantes. Y así una y otra vez...
- Pero los amantes se aman!! y follan, los amantes follan!!!
- Bueno, y tú te lo has tirado, no?
- ¡Pero eso no cuenta! Amantes, hay que joderse!! Yo no le amo! ¿Qué se cree este?

Y pasó el verano.
Y estaba segura de que el oso, apoyado, vió pasar a cientos de personas: amigos, hermanos, novios, matrimonios, nueros, yernos, nietos y abuelos, royos, follamigos, exparejas, colegas, compañeros...
Pero no vió Amantes, y el Señor Cabeza de Rosa Seca sabía perfectamente que ella quería dejarse ver, aunque estuviera prohibido, aunque la llamaran PUTA.

1 comentario:

  1. Amantes...quizá lo ama...eso parece ser que todavia no lo ha descubierto.

    Besos.

    ResponderEliminar