martes, 22 de diciembre de 2009

Que no falte

Dios, necesito música en directo o sexo.
Me da igual, o lo uno o lo otro.
Pero que sea bueno.
Tanto uno como otro.

Esa sensación, esa vibración que empieza en los pies y asciende por todo el cuerpo, sentir el corazón latiendo al ritmo, más despacio, más rápido... Al ritmo, más fuerte, más débil... Al ritmo.
El cosquilleo en la boca del estómago, el escalofrío en la nuca al retirarte el pelo, la gota de sudor bajando por tu cuello, esa que recoge otra piel fundiéndose con la tuya.
Esas ganas de gritar, ya sea rodeada por cientos de personas o acompañada de una sola. Ese grito que se ahoga en la almohada o en el hombro de otra persona. Ese grito que no sale de la garganta quemada por los demás.
Ese cigarro, esa cerveza.

Esa sensación.




- Caray, si que te ha dado fuerte ¿no?, no hace tanto tiempo de la última vez. -Echa cuentas Cabeza de Rosa - Ni de lo uno, ni de lo otro como dices tú.
- Tú no puedes entenderlo, no bajas de esa pared, siempre suspendido en el aire, no sientes, no ves nada.
- Veo todo a través de tus ojos. Ví como descubriste una nueva canción que apenas el cantante conocía, ví como descubriste que ese tema era tan bueno para follar como todos los del disco, vi como sotenías un cigarro con la izquierda, una heineken con la derecha y vi como mascabas siguiendo el ritmo tu chicle. De los azules, claro. Vi como disfrutabas de ese momento con un desconocido a tu lado. Vi como grababas esa sensación en ti y vi como quisiste hacerla eterna.
- No quiero pereder esa Sensación. - Reconoce ella.
- Por cierto... también vi los arañazos en tu cintura.

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